Teresita Díaz y Guillermo Rovirosa fueron llamados para promover la acción católica femenina y masculina dentro del movimiento obrero. Así comenzaron los dos su andadura. Guillermo se recorrió toda España en tren, en tercera, acompañado de las primeras personas que incorporó. Cuando en el año 46 se funda la HOAC, era considerable el número de seminaristas a quienes impactaba. Son muchos los sacerdotes y jóvenes que me dijeron cuánto habían aprendido de su charlas y de sus cursillos nocturnos. Siempre estaba rodeado de todos los que querían hablar con él. Un consiliario me decía : “¡He aprendido a exponer con sencillez las verdades de la Fe, para que el pueblo las entienda y las comprenda !”.
En los primeros años fueron muchos los conversos. Con su arrolladora palabra y su vivir, metía a Cristo muy adentro. Era tan verdad todo cuanto decía sobre el Bautismo, la pobreza y el coraje para luchar contra todo lo que fuera injusto… Una cosa que repetía mucho era que los cristianos tenemos motivos para salir a la calle a defender la justicia ; era allí donde estaba pisoteada. Si no lo hacíamos así, no éramos cristianos. “El cristiano es el que más sabe de Cristo en la teoría y en la práctica”, decía muchas veces. Nos decía cómo debía de actuar un militante cristiano : “Con los ojos muy abiertos y ante una acción nunca una persona sola, siempre en grupo”.
Sus palabras sobre las tres virtudes que debe cultivar el militante cristiano : pobreza (que nos es miseria), humildad (que no es humillación) y sacrificio (la mayoría pensaba que era un mal negocio) fueron para mí – que apenas he ido a la escuela-un empuje en mis intervenciones en las reuniones del Consejo de la Rama, siendo presidenta de la HOAC. La mayoría no tenía ni la menor idea de cómo vivía y pensaba la clase trabajadora, en aquellos tiempos del jornal de 30 pesetas.
A partir de su separación de la HOAC en 1957, (sólo dijo : ¡Bendito sea Dios !), tanto mi marido como yo le visitábamos y teníamos, junto con más personas, reuniones en su casa, que más que casa parecía un pobre santuario. Le escuchábamos y disfrutábamos de su buen humor y su sonrisa inolvidable. “Ahora sí que puedo decir que tengo un pie aquí y otro en el cementerio”, decía poco después que un tranvía le cortara un pie.
En los últimos años como presidenta de la HOAC, ya once años en el cargo, fueron muy duros y acudía a él con bastante frecuencia ; ¡con qué paciencia me escuchaba, me confortaba y me aconsejaba que permaneciera en la lucha !. Con ese amor tan grande a Cristo, a la Iglesia y a los pobres y sencillos.
Días antes de morir, fui a verle y le encontré eufórico, radiante de alegría. Estaba ilusionadísimo con la Editorial ZYX : “¡No sabes cuánto voy a escribir ; primero sobre el Bautismo y mucho sobre el humor de Dios… !”
Moría nuestro querido Guillermo el 27 de febrero de 1964, dejando muy apenadas a tantísimas personas que por su palabra y por su vivir habían conocido a Cristo.
¡Bendito sea Dios por el bien que a toda mi familia y a mí me ha hecho!