Este libro contiene tres escritos: RASGOS AUTOBIOGRÁFICOS. LA VIRTUD DE ESCUCHAR. ELOGIO DE LA PANDILLA.
Escribimos estas líneas introductorias desde la devoción a quien, en vida, reconocimos como modelo de virtudes heroicas, y lo hacemos en un momento en que comienza a hablarse de la posible introducción en la Iglesia de su proceso de beatificación.
Rovirosa era sorprendente en su santidad y en su original discurrir. ¡Cómo sorprende, a quienes nos sentimos tantas veces escuchados y acogidos por él, leer (y oirle en vida) que nunca escuchó a nadie, cuando tantas horas estuvo atento a nosotros, pobres diablos a su lado entonces y ahora! Nosotros, que le vimos en tantas charlas y cursillos repetir e interpretar correctamente cuanto los asistentes habían dicho; nosotros, atraídos siempre por su mirada, penetrante como un cuchillo pero dulce, suave y cálida como la luz de la aurora. Y tantos otros dirían lo mismo…
Su humildad le lleva, ciertamente, a VER que no escuchó a nadie; pero por su vida, más aún que por sus palabras, sabemos de su CONSTANTE ESCUCHAR DE LA VERDAD que le lleva a Jesucristo, de su escucha a Cristo que le lleva al seno de la Iglesia, de su escucha a Cristo y a la Iglesia que le lleva a la escucha de los pobres (que mientras él vivió coincidían sociológicamente en nuestro país con los obreros).
Pasó los años posteriores a su conversión escuchando esas tres voces: JESUCRISTO, LA IGLESIA, LOS POBRES. Ser militante obrero, hijo y apóstol de la Iglesia sin caer en la acepción de personas y fiel a Jesucristo constituían para él, aspectos de una única realidad. El sabía que ninguna justicia humana puede ser auténtica si no está en línea con la Justicia del Reno de Dios, que la trasmisión de la Palabra Salvadora está garantizada en la Iglesia y que solamente la aceptación por los pobres, en su corazón en su mente y en su vida, de esa Palabra Salvadora, puede vencer la explotación y la degradación humana a que se ven sometidos.
Quien no busque LA VERDAD CON CORAZÓN LIMPIO, que no lea a Rovirosa (ni a Cristo). Hay mucha profundidad para ojos con legañas de espiritualismo o de progresismo al uso.
Hoy presentamos, en el Movimiento Cultural Cristiano, tres escritos de Guillermo Rovirosa. El más importante es el segundo: “La virtud de escuchar”. Es del año 1962, cuando Rovirosa está llegando al cenit de su vida contemplativa. Pensado, mecanografiado, fotocopiado, encuadernado y enviado por él, desde Montserrat, a sus amigos como efusión y regalo personal, es el que ha inspirado las líneas que anteceden.
El primer escrito es una autobiografía (hasta los primeros años cincuenta) para una revista francesa de espiritualidad que se le pidió como testimonio. Debe completarse con lo que él mismo escribe, por el año 61, en su libro “Judas”; pero es suficiente para dar cuenta de la virilidad y seriedad de su conversión.
El tercero, “La Pandilla”, está incompleto. Son unos apuntes de 1963 para una posterior redacción que la llamada del Señor no le dejó desarrollar. Quienes le oímos de palabra el tema sabemos que le faltan dos partes: la explanación de la Pandilla de Cristo y de la Pandilla Cristiana. No obstante, el escrito es utilísimo para conocer con qué seriedad tomaba Rovirosa las realidades y psicología humanas (actitud que también aparece en “La virtud de escuchar”), convencido de que tenían por origen al mismo Dios y Padre. El aborrecía, por inauténtica, toda religiosidad desencarnada y deshumanizada, y quería para los cristianos una simbiosis perfecta, como en Cristo-Dios-hombre, entre las cualidades y perfecciones humanas y la Gracia y virtudes sobrenaturales, nunca destructoras sino perfeccionantes de lo verdaderamente humano. De ahí que quisiese para los grupo cristianos la amistad, la espontaneidad y el espíritu de riesgo de la pandilla humana.
Escuchemos, pues, a quien tan bien supo escuchar.
Título:
LA VIRTUD DE ESCUCHAR.
Sección:
Cultura
Autor:
Guillermo Rovirosa
Colaboración Económica:
0,90 €
Edita:
Voz de los sin Voz
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